El destino hizo que se conociesen disfrazados de otro; la una de Dama Medieval y el otro de Simbad con prole. Se gustaron, pero no llegaron a degustarse; de hecho parecía una coincidencia destinada a pasar al olvido. Solo los mantuvo un fino hilo epistolar.
A las pocas semanas, volvieron a coincidir; en un viaje de tres días. El primero fue de reencuentro sin máscara pero con coraza, más que nada, para proteger las heridas de otros destinos acabados.
Él no la quitaba ojo intentando descifrar su enigma y ella miraba pero no podía ver el brillo de los ojos de él. El segundo día caminaron juntos por las cuestas arriba del alma. Donde entre bosques frondosos y lluvia de lágrimas habitan caminos sinuosos de piedras; llenos de polvo. Al fondo, entre los árboles, a lo lejos; se ve el mar.
Fue allí donde las manos de ella acariciaron la piel del alma de él. Y las manos de él escribieron un poema en la cara de ella. La noche era una fiesta de estrellas, propicia para la intimidad. Las corazas dieron paso a la luz de las miradas y ella vio el amor en los ojos de él.
- Ahora no puedo amarte, tengo demasiadas llagas en la boca para poder besarte – Le dijo ella.
- Yo me muero por un beso de tus labios – Contestó él.
Al tercer día se despidieron con un abrazo infinito de dolor.
Él no quiere vivir sin volver a verla; ella no quiere dejarlo morir.
Él la ama en silencio, sobreviviendo con versos; mientra espera el beso que le devuelva a la vida.
Santa 19-05-09
A las pocas semanas, volvieron a coincidir; en un viaje de tres días. El primero fue de reencuentro sin máscara pero con coraza, más que nada, para proteger las heridas de otros destinos acabados.
Él no la quitaba ojo intentando descifrar su enigma y ella miraba pero no podía ver el brillo de los ojos de él. El segundo día caminaron juntos por las cuestas arriba del alma. Donde entre bosques frondosos y lluvia de lágrimas habitan caminos sinuosos de piedras; llenos de polvo. Al fondo, entre los árboles, a lo lejos; se ve el mar.
Fue allí donde las manos de ella acariciaron la piel del alma de él. Y las manos de él escribieron un poema en la cara de ella. La noche era una fiesta de estrellas, propicia para la intimidad. Las corazas dieron paso a la luz de las miradas y ella vio el amor en los ojos de él.
- Ahora no puedo amarte, tengo demasiadas llagas en la boca para poder besarte – Le dijo ella.
- Yo me muero por un beso de tus labios – Contestó él.
Al tercer día se despidieron con un abrazo infinito de dolor.
Él no quiere vivir sin volver a verla; ella no quiere dejarlo morir.
Él la ama en silencio, sobreviviendo con versos; mientra espera el beso que le devuelva a la vida.
Santa 19-05-09
Que bonito ¡¡¡¡ me encanta, gracias por este mágico momento, amigo.
ResponderEliminarBesos de agua fresca ¡¡¡¡
me encanto.......sin palabras la verdad..
ResponderEliminarun beso enorme