Vendrás conmigo,
haremos de la noche una fiesta entre la lumbre,
degustaré las manzanas sabrosas de tus pechos,
me perderé en tu vientre…
Palabras de viento fresco, fiestas con camaradas,
tardes de encuentros, canciones de alegría,
de pronto amenazas por una guerra
que nadie presentía.
La guerra desbarata aplazadas ilusiones,
congela hasta la llama en los braseros,
y escribe calaveras en los botones de las flores.
El frente está lejos y no suenan en el pueblo
los ecos de los morteros,
ni el tronar de los fusiles,
pero se oyen ladridos de pistola por las noches,
y al llegar el alba de descubren con miedo
los frutos
atroces de la muerte.
Ricardo Gómez (1954), que nunca pensó en dedicarse a la escritura, lleva diez años cosechando premios y reconocimientos. En 1996 obtiene su primer premio, el Juan Rulfo de relato corto, y en 1997 y 1998 el premio Ignacio Aldecoa de relatos. En 1998 quedó finalista del Premio Jaén de Literatura Infantil y Juvenil con la novela Bruno y la Casa del Espejo. También ha sido galardonado en el campo de la poesía, con el Premio Nacional de Poesía Pedro Iglesias Caballero en 1999. En 2006 obtuvo el Premio de Literatura Infantil El Barco de Vapor por Ojo de nube y ese mismo año fue galardonado con el Premio Cervantes Chico por el conjunto de su obra.
La lectura de Mujer mirando al mar es una historia fragmentada en mil puntos, deshecha y vuelta a componer, porque, “en ocasiones atribuimos a personas o a sucesos externos algo que ocurre dentro de nosotros mismos”.
Precioso compañero, me quedo con las ganas de leer más...
ResponderEliminarGracias por traernos cositas buenas ¡
Un abrazo de brisa fresca...