El dolor de vientre apareció a mediados del mes de agosto, sin avisar. Una mañana se despertó sudando y tuvo que ir al servicio a toda prisa. Tras evacuar, el dolor desapareció.
Las noticias de la radio pública hablaron del cuerno de África, de miles de muertos causados por la hambruna, la guerra, el cólera…
Luego se centraron sobre la crisis económica de los obesos ciudadanos europeos y explícitamente describieron la deuda contraída por los parias de esta ciudad.
Apagó la radio y salió a toda prisa hacia el trabajo. De camino atravesó el parque del Retiro, que desde hacía unos días en el paseo de coches iban creciendo una especie de naves espaciales mitad supositorio, mitad velero.
A su paso por el lago un desagradable olor a podrido infectaba las pituitarias de los peatones que circulaban por sus alrededores.
En el agua estancada unas viejecitas daban de comer a las carpas, mientras su perrita miraba cómo los peces devoraban las migas de pan. Unos patos flotaban en las aguas verdosas como juguetes de plástico y al fondo las barcas solitarias esperaban la visita de turistas sin escrúpulos.
El termómetro marcaba 25ºC a las siete y media de la mañana. Sergio bajó por la calle Alcalá hasta Cibeles. La diosa miraba perpleja otra locura más de los humanos; un altar justo debajo del Palacio de correos (sede del ayuntamiento) y miles de tribunas distribuidas por Recoletos, paseo del Prado y Alcalá hasta Sol.
A la vuelta, Sergio encuentra el Retiro lleno de gente esparcida por cualquier rincón, sin respeto por la hierba, árboles o flores. Carpas blancas de plástico por todas las calles informan de las actividades previstas en los próximos días, y sobre todo; de la necesidad de confesar los pecados.
Al cabo de un par de días, los fieles devotos han cumplido con el mandato de sus líderes: vomitar los actos sin digerir en su conciencia hasta dejarla limpia; reciclada, virgen. Lista para volver a pecar.
Al cabo de un par de días en el estanque de el Retiro hay flotando una capa de mugre, viscosa, sucia, mal oliente que impide usar las barcas; los peces han muerto, no hay patos y los ateos se quejan en una manifestación.
Las autoridades sanitarias avisan del peligro de contagio por altos niveles de contaminación.
Espero que cuando se vayan desaparezca toda esta Peste.
uff...que te digo?..
ResponderEliminarjejeje...
no sé que comentar..
soy atea...
te dice esto algo?...
pues eso..
tu ya me entiendes...
un abrazo santa.... y que el peste remita pronto....