Despertó mientras andaba por la calle; iba a trabajar. No sabía desde cuando. Solo tenía una imagen clara en su cabeza: una explosión. Todo blanco como la nieve y después silencio negro; un escenario lleno de sombras vivas que se mueven mientras baja el telón, un telón rojo sobre fondo negro.
Vagos recuerdos de una habitación llena de luz blanca. Caras desconocidas uniformadas con batas, caras sin uniforme que parecían reconocerle.
No sabía si el tiempo pasado en la habitación fueron días, meses o años. Solo recuerda un cuaderno y un bolígrafo que escribía sobre las hojas en blanco. Hojas y hojas de libros llenos de pensamientos que se retorcían en su cabeza. Los recuerdos y los falsos recuerdos. Las emociones que arañaban su alma. Litros y litros de sangre almacenados en un mar de palabras, libros olvidados cubiertos de polvo.
Debajo de un banco del retiro alguien encontró varios manuscritos, quizás abandonados por él mismo; habla de cómo llegó a su estado. De cómo las palabras, que corrían por sus venas, guardaban secretos del corazón.
Este que copio a continuación es uno de esos. La fecha es muy antigua; de un martes 27-abril de 2010.
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