Sábado al Sol en Peñalara...

Peñalara

El sábado decidí que había que mover el culo, así que tiré para el monte.

En Cotos a las 11’15h el termómetro del coche marcaba 16º… A la sombra parado hacía fresco.
Me llevé la cámara de fotos y así compartir el camino andado ( no tenía idea de hasta donde iba a llegar).

A la media hora me dolía el tendón de Aquiles del tobillo derecho, opté por ibuprofeno 600 que llevo siempre en la mochila y aguantar hasta que el anti-inflamatorio surtiera efecto.

La sensación térmica era agradable, el camino transcurre perfumado por pinos cuyas sombras poco a poco desaparecen para dejar solo matojos que en esta época dejan un olor agradable. Las lagunas que nos encontramos están al límite para dejar de serlo; en concreto la de Los Pajaritos y la de enfrente de Claveles…

En la de los Pájaros, después de 2’20h andando; mojar los pies en sus aguas es un placer prohibido, a riesgo de reprimenda por algún vigilante escondido…
Repongo fuerzas con una pera y una fresquilla, para reiniciar la marcha después de cambiarme los calcetines por otros más gordos, para que no me molesten sus costuras. Las botas torturaban los dedos de mis pies, los ignoré y empecé la subida.

Es la primera vez que subía por este camino y disfruté mucho con sus vistas… En Claveles hay que andar con cuidado; el paso se estrecha y solo cabe una persona por las cresta con forma de diente de sierra labrada por la erosión.
Los bastones me ayudaron a mantener el equilibrio en algún paso delicado, la roca es muy adherente y si te fías de los pies no hay problema; salvo el vértigo… el chico de una pareja que me encontré lo estaba pasando realmente mal, de hecho lo pasó a cuatro patas…

Por fin llegué a los 2.428m de Peñalara… inmortalizé el momento y busqué un sitio a la sombra, son las 15’15h. Hacía calor, calculo que unos 23º; el viento sopla a rachas sin molestar. Me comí el sanwich de jamón y ensalada que me había preparado a la sombra de un precipicio que hay a la izquierda del camino de vuelta.

Me dolían los dedos de los pies, y la espalda empezaba a existir quejosa. El camino serpentea con fuertes pendientes llenas de piedras y resbalones a traición. Las rodillas se quejaban de la marcha que impuse, en poco más de una hora llegué a la fuente de Cubero comienzo y fin de ruta, donde llené la botella y la tripa de agua.
Me cambié en el coche y me fui a la venta Marcelino a tomar un nestea ( la  birra San Miguel no me gusta y es la única que tienen). Espero que vuestros ojos disfruten de las fotos y os animéis a realizar esta ruta tan agradable a pesar del calor que hace en Madrid.