Hay una leyenda medieval conocida como La Leyenda del Corazón Comido. Está protagonizada por un trovador Guillem de Cabestany.
La leyenda dice que un marido descubrió al amante de su mujer – al desdichado trovador sobre cuyo nombre nadie se pone de acuerdo- , lo hizo matar, le arrancó el corazón y se lo sirvió a su adúltera esposa como cena.
Cuando le preguntó si le había gustado la comida, ella asintió. El marido le confesó entonces que acababa de comerse el corazón de su amante, y la señora replicó que por eso el bocado era tan dulce. Dicho esto, se arrojó por un balcón.
Me pregunto qué nos llevará a darle tantas vueltas a la idea del corazón. ¿De verdad hacemos eso todo el tiempo, comernos el corazón de nuestro amante, o arrancárselo del pecho aunque sólo sea metafóricamente? ¿Qué puede movernos a desear el corazón ajeno como si nos perteneciera a nosotros, o a fantasear destruirlo de mil maneras perturbadas? ¿Por qué esta obsesión? ¿Por qué no hacemos cuentas de que cada uno tiene su corazón, y que está bien dentro de su pecho, y en ningún otro sitio? ¿Por qué? ¿Es que eso es el amor? ¿Así es el amor, así es?
“Visité a Amadeo tres veces en las dependencias policiales francesas, antes de que lo pusieran en manos de la justicia española y expatriaran el cadáver de Beatriz a España.
Hablando con él supe que la suya era una historia vulgar. Una historia de esas que se repite ad nauseam cada día por todos los rincones del planeta. Una historia de celos, y de golpes cada vez más fuertes.
La leyenda dice que un marido descubrió al amante de su mujer – al desdichado trovador sobre cuyo nombre nadie se pone de acuerdo- , lo hizo matar, le arrancó el corazón y se lo sirvió a su adúltera esposa como cena.
Cuando le preguntó si le había gustado la comida, ella asintió. El marido le confesó entonces que acababa de comerse el corazón de su amante, y la señora replicó que por eso el bocado era tan dulce. Dicho esto, se arrojó por un balcón.
Me pregunto qué nos llevará a darle tantas vueltas a la idea del corazón. ¿De verdad hacemos eso todo el tiempo, comernos el corazón de nuestro amante, o arrancárselo del pecho aunque sólo sea metafóricamente? ¿Qué puede movernos a desear el corazón ajeno como si nos perteneciera a nosotros, o a fantasear destruirlo de mil maneras perturbadas? ¿Por qué esta obsesión? ¿Por qué no hacemos cuentas de que cada uno tiene su corazón, y que está bien dentro de su pecho, y en ningún otro sitio? ¿Por qué? ¿Es que eso es el amor? ¿Así es el amor, así es?
“Visité a Amadeo tres veces en las dependencias policiales francesas, antes de que lo pusieran en manos de la justicia española y expatriaran el cadáver de Beatriz a España.
Hablando con él supe que la suya era una historia vulgar. Una historia de esas que se repite ad nauseam cada día por todos los rincones del planeta. Una historia de celos, y de golpes cada vez más fuertes.
Y supe que los celos son deseos de arrancar el corazón del amante. De devorarlo para que nadie más pueda oír sus latidos, ni siquiera quien lo lleva dentro del pecho.
Supe que los celos son iguales a la muerte, porque ninguna otra cosa los calma. El amante celoso, la amante celosa, no pueden soportar que el objeto de su amor esté vivo, porque saben que mientras lo esté no les pertenecerá por completo.
La vida es libre y la muerte muy dócil, aunque solemos pensar lo contrario. Los celosos se dan cuenta. Las peores guerras de hoy en día son las que se libran en la intimidad, porque son las que dejan mayor número de muertos y heridos.
En las Cartas a un joven poeta, Rainer María Rilke habla sobre la conveniencia de abandonarnos a la soledad para poder vivir luego un amor creador.
Para él los seres humanos hacen mal uso de su experiencia sexual,”la dilapidan y la convierten en excitación, que colocan en todas partes donde su vida está cansada”.
No podemos amar si no nos construimos antes sobre nuestra soledad.
Amadeo, por su parte odiaba la soledad y la libertad. Les tenía miedo. Y aportó al mundo únicamente su historia vulgar y atroz, su carniceria.
Ángela Vallvey del libro ‘No lo llames amor’
Supe que los celos son iguales a la muerte, porque ninguna otra cosa los calma. El amante celoso, la amante celosa, no pueden soportar que el objeto de su amor esté vivo, porque saben que mientras lo esté no les pertenecerá por completo.
La vida es libre y la muerte muy dócil, aunque solemos pensar lo contrario. Los celosos se dan cuenta. Las peores guerras de hoy en día son las que se libran en la intimidad, porque son las que dejan mayor número de muertos y heridos.
En las Cartas a un joven poeta, Rainer María Rilke habla sobre la conveniencia de abandonarnos a la soledad para poder vivir luego un amor creador.
Para él los seres humanos hacen mal uso de su experiencia sexual,”la dilapidan y la convierten en excitación, que colocan en todas partes donde su vida está cansada”.
No podemos amar si no nos construimos antes sobre nuestra soledad.
Amadeo, por su parte odiaba la soledad y la libertad. Les tenía miedo. Y aportó al mundo únicamente su historia vulgar y atroz, su carniceria.
Ángela Vallvey del libro ‘No lo llames amor’
Pues sí Santa,la verdad es esa y mas que amor debería de llamárselo de otro modo pues el amor no cela;posesión ,necesidad ,miedo a la libertad propia y del otro,egoísmo...pero nunca amor ya que el amor es confianza mutua y si no no es nada.
ResponderEliminarMe acuerdo de tí.
Besos de otoño caluroso
Si la cosa viene de lejos, eso seguro.
ResponderEliminarLo confieso, soy celosa. A ratos, a trozos, a momentos, pero celosa al fin...
ResponderEliminarNo considero que sea tan "malo", todo con cierta mesura no tiene que ser dañino.
Seamos sinceros, ¿ a quién no le hace un poquito feliz eso de que celen de uno? por lo menos, por lo que tiene de alimentar egos... ¿a que sí?
Besos con luz de Otoño.
Muy interesante el tema de los celos....¿Es quizas una enfermedad del corazón?...Que extraños sintomas se desprender de este sentimiento.
ResponderEliminarUn saludo
ES cierto SAnta, los celos no son nada buenos, y mas si son de ese calibre. No sé...pero a veces es inevitable "celar" un poco, aunque me da que eso sucede cuando uno se encuentra inseguro de si mismo, o cuando "ves" cosas raras (a veces simples malos entendidos)donde no las hay. Para eso nada mejor que hablar, y mucho, la confianza, la sinceridad, el no ocultar las cosas sin motivo...nose... nadie pertenece a nadie, eso esta claro, nuestro corazon es el nuestro, y quien lo sepa apreciar bien, y viceversa. En fin, el amor es entrega, no? pues eso.
ResponderEliminarUn abrazo!
Estar al lado de una persona celosa es ir viendo poco a poco el desierto en el que se queda tu alma. Tu mundo roto. Tu mirada perdida. Y no entiendes. Y te preguntas el por qué de esa afrenta, esa necesidad de arrasar tu mundo, tu pequeño mundo.
ResponderEliminar... Y lo que me he reído con el youtube que has colgado... son inabarcables Le Luthiers...
Gracias. Y que tengas un estupendo fin de semana.