Fotografía del alma

         ( Cala de Portixol )

                                      Cada imagen es la emoción congelada en ese preciso instante. La vista asume la información de todos los sentidos.

Un mismo paisaje difiere totalmente de una persona a otra, con solo variar un ángulo, un primer plano, la hora del día en que se hizo…

Hay fotos que proyectan esperanzadas, futuros inminentes; mientras otras hablan de como pasa factura el tiempo arrugando pieles y desconchando fachadas.

Hay fotos en que las sombras son personajes y sus reflejos hablan de la inmensidad del alma.

      (Amanecer visto en la carretera- Lugo)

                                         Hay amaneceres mudos, donde aparecen todos los colores y las dudas ocultan el sol. Como si el astro rey no quisiera ver lo que va ha suceder en el trascurso del día.

Nos acostumbramos a los amaneceres, sin acordarnos de las horas grises pasadas en soledad rodeados de gente. El amor es un milagro, que desaparece cuando los amantes se limitan permanecer sonrientes en una foto. Hay que ser personaje y protagonizar una película.

                            Unos tendrán que arriesgar moviendo ficha y otras detener el paso de baile. Intentar descubrir hacia donde va el tren de vida en el que vamos montados.

                           Una buena foto de pareja es otro misterio: playas o desiertos con demasiada luz sin contrastes. Náufragos borrosos, moviéndose en un mar lleno de olas. Azules fríos, en la quietud de un sol de invierno. Saturación de color en verano.

                            Para cuando se den las condiciones óptimas, el tiempo habrá envejecido los rostros; las arrugas serán las protagonistas absolutas de lo que el amor pudo ser y se quedó en una duda, en papel mojado de una mala fotografía.