Cuida tus Pensamientos porque se volverán Palabras.

Cuida tus Palabras porque se volverán Actos.

Cuida tus Actos porque se harán Costumbre.

Cuida tus Costumbres porque forjarán tu Carácter.

Cuida tu Carácter porque formará tu destino

Y tu Destino será tu vida...

_____________________________Mahatma Gandhi (1969-1948)

16/9/08

La Ciudad Oscura (4, 5 y 6)


4. – La becaria

Marta Salas tiene veintitrés años, la carrera de derecho y un master de post-grado. Después de apuntarse al paro, consiguió un contrato en prácticas en la ONCE, en la jefatura de ventas de libros para ciegos en Braille. Su trabajo consiste en aclarar las dudas de los clientes relativas a los pedidos; así como las reclamaciones surgidas por errores en entregas defectuosas.

Es la más joven de la oficina, las curvas de su cuerpo alegran el día. Morena con melena negra, cara redonda, una lluvia de dientes blancos en su sonrisa. Bajo el paraguas de sus largas pestañas brillan unos ojos negros. Los compañeros no dejaban pasar un día sin gastarle alguna broma. Cosa que ya empieza a cansarla.

Esa mañana, sonó su teléfono a las ocho y media, -demasiado pronto para un cliente- pensó. Le llamaba un tal Jorge Matamoros; diciendo que era un vendedor que se había caído en un foso en las obras de la calle Reina Victoria. Decidió que la llamada era una broma; sin pensarlo mucho cortó la conversación en cuanto pudo.

A la hora de comer bajó al Revilla de enfrente. Siempre encontraba a alguien con quien compartir la hora de la comida. El de hoy era un señor mayor: Fulgencio, de los más antiguos en la empresa, invidente.

Si no fuera por las gafas negras y el bastón nadie diría que es ciego. Se maneja por la oficina sin bastón y si surge algún problema, es la persona a quien se acude para resolverlo. Tiene un fino y agudo humor inglés.

En un momento de la conversación, Marta le relató la absurda llamada recibida por la mañana. Fulgencio corroboró que era una broma sin gracia y preguntó el nombre que había dado el interlocutor del teléfono. Cuando se lo repitió, Fulgencio dejó de comer.
-"¡Llama rápido a emergencias, Jorge Matamoros es un corrector de libros invidente que trabaja aquí desde los veinte años!"-

5. - Ana

En el centro de atención del 112, el lunes estaba siendo unos de los peores que se recuerdan. A las siete y media; una excavadora cortó unos cables de suministro de electricidad al alumbrado público de Cuatro Caminos, sembrando el pánico en el barrio. La lluvia terminó por complicar el día.

En la faraónica obra del túnel subterráneo; no se les ocurrió otra cosa que intentar arreglar por ellos mismos la avería en el suministro. Resultado: un muerto y seis heridos.
Curiosamente;el muerto; fue el último de los cuatro que al intentar rescatar al primer compañero electrocutado que manipulaba los cables cortados, se quedaron pegados unos a otros.
Los guantes de obra, son insuficientes para aislar 1000 voltios de tensión.

Ana llevaba toda la noche trabajando; su minusvalía de la cadera izquierda la hace andar con un vaivén nada sexi.
En sus horas libres estudia psicología, la especialidad trastornos infantiles. Le gustan los niños. Tiene uno propio, Héctor, de seis años. Su madre Laura se hace cargo de él cuando trabaja.
El padre de Héctor; para no tener responsabilidades, huyó a Barcelona cuando era un hermoso bebé.
Ana no encontró un hombre que la convenciese para compartir su vida y ser el Papá que merecía su hijo.

El tiempo corre en su contra, la minusvalía va a más. Dentro de poco; a sus treinta y siete años de edad, tendrá que usar bastón . Sus cuadros reflejan soledad; con paisajes de colores apagados, animales con caras tristes, que en obras anteriores mostraban colores vivos y felicidad.

A las diez de la mañana entró una llamada de socorro. Un invidente se había caído a un foso de las obras en Reina Victoria donde estaba antes la cadena Lord Winston. Luego se cortó la llamada.
La cabeza parecía que le iba a estallar, el dolor en sus entrañas era fruto del periodo. Tenía que tomar una decisión en medio del caos; mandar bomberos y ambulancia para allá o esperar; por si era una broma de algún desaprensivo.

6. – El Amor

Roky es un tipo muy juguetón, le gusta mucho pasear por los parques, juntarse con otros como él y echar carreras empujando a sus adversarios mientras corre. Con los de dos piernas ha tenido experiencias difíciles.
De cachorro, Lucía, una hermosa niña de siete años; se dedicaba a darle abrazos, él respondía con un lametón.

Fueron tiempos dichosos; el papá de Lucía acompañaba orgulloso a su hija al parque, con su cachorro de Pastor Alemán sujeto por una correa, de la mano de Lucía.

Las cosas cambiaron con el paso los años. A Rosa; la mamá de Lucía, nunca le gustó tener que limpiar los pelos de alguien de cuatro patas. Después de nueve meses y extraños comportamientos de Rosa, vio la luz Luis. La vida de Roky se hizo más dura; se olvidaron de sus paseos en el parque, solo cinco minutos en la calle para que hiciese sus necesidades.

Un día tropezó con la cuna de Luis. El bebé se puso a llorar y Roky metió el hocico entre los barrotes, para investigar que hacía tanto ruido. Cuando la mamá de Lucía llegó; se encontró a Luis sonriendo, mientras Roky le propinaba unos lametones de amor en su calva.

Terminó su infancia abandonado en un solar en el que se construirían unas viviendas, una pesadilla que no podía imaginar. No entendía por qué le habían dejado tanto tiempo vagar a sus anchas, pasado un buen rato se dio cuenta de que estaba solo.

El hambre hizo que saliese a buscar algo que comer; tuvo suerte, encontró comida gracias a la gente que tira las bolsas de basura en la calle.
Lloró su soledad, no comprendía el motivo para ser abandonado de esa forma. Volvió al descampado y encontró un sitio para dormir, entre los escombros del edificio derruido. Pasaron las horas, pasaron los días y no hubo milagro. Unos gamberros le molieron a palos e intentaron quemarlo vivo.

Un par de vigilantes jurados le salvaron de la muerte. Se encararon con los cuatro gitanos que estaban a punto de rociarlo con gasolina. Le llevaron a una clínica veterinaria donde curaron y vendaron las heridas de su cuerpo. Las del alma; las tiene abiertas y tardaran mucho en cicatrizar.

Alberto se encargó de cuidarlo con cariño, pidió permiso a su jefe para usarlo como medida de persuasión ante los ladrones de obras. Su jefe aceptó la propuesta. Roky entendió su papel de perro guardián, volvió a sentirse querido y apreciado por alguien.

Ni siquiera el propio Alberto puede controlar su rabia ante cualquier animal de dos piernas con un palo, bastón o similar. Ver a alguien así, le recordaba a los cuatro salvajes que intentaron quemarlo.
El miedo le vuelve un perro peligroso; se le acelera el corazón, la adrenalina le hace saltar y morder hasta la muerte sobre quien lleve algo parecido a un palo.

Eso ocurrió este lunes. El intruso; que se coló en la obra, salvó de momento la vida. Gracias a que Alberto deja atado a Roky con una cuerda; junto a una caseta de vigilancia, la que usa para dormir por la noche.

El intruso anda a tientas con una barra de hierro; Roky ha dejado de ladrar para morder la cuerda. Le queda muy poco para romperla…

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